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La Importancia De Tener Pláticas Difíciles

Como padres o cuidadores, es importante que hablemos de temas como drogas, alcohol y salud mental con los jóvenes en nuestras familias. Con frecuencia, estas pláticas nos ponen incómodos o incluso nos parecen tabú, pero son esenciales para el bienestar de nuestros hijos. Este tipo de conversaciones ayudan a que nuestros jóvenes estén más informados a la hora de tomar decisiones, y a que se sientan más cómodos para continuar compartiendonos sus dudas y preocupaciones.

Etapas, no edades

No se trata de esperar a una edad específica para hablar de ciertos temas. Existen maneras de abordar estas pláticas en cualquier etapa que se encuentre tu hijo. Por ejemplo, los preadolescentes (entre 10 y 13 años) necesitan oír mensajes precisos y expectativas familiares claras y directas. A medida que crecen y se convierten en adolescentes (entre 14 y 17 años), se benefician más de las pláticas que les permitan formar sus propias conclusiones, basándose en los hechos que tú les presentes. Recuerda que no todos los hijos son iguales, pero al menos esta tabla de edades te puede servir como una guía. 

Si todavía no has tenido estas conversaciones, no te preocupes; nunca es tarde. No sientas que debes sentarte y tener una plática larga y profunda de golpe. Eso generaría demasiada presión en tu hijo. En su lugar, busca los momentos adecuados para empezar a charlar de manera natural. De este modo, tu hijo sentirá que puede platicarte de estos temas tan importantes relajadamente, sin sentirse presionado.

Consejos para tener pláticas difíciles

Si no estás seguro de cómo empezar estas conversaciones, aquí tienes algunos consejos:

  1. Crea un entorno agradable

Asegúrate de que tu hijo sepa que puede preguntarte lo que quiera y que contará con tu apoyo, sin temor a ser juzgado o ridiculizado. Evita hacer suposiciones o llegar a conclusiones sobre por qué te está haciendo esa pregunta. Para aclarar lo que te quiere consultar, hazle preguntas de seguimiento, como: “Lo que me cuentas es muy interesante, ¿dónde lo escuchaste?”  

  1. Haz preguntas abiertas 

Invita a tu hijo a que se abra contigo haciéndole  preguntas que no pueda contestar con un simple sí o no. Por ejemplo: 

¿Qué has escuchado tú sobre todo esto? 

¿Qué piensas al respecto? 

¿Cómo te sientes con lo que me acabas de contar?

  1. Aprovecha el momento 

Puedes sentir que es raro empezar a hablar de cosas de repente, de la nada. Intenta aprovechar situaciones que ven en una película, en la televisión on en un anuncio on en las noticias para iniciar esa conversación pendiente. Puedes dar el primer paso preguntando: ¿Te parece eso realista? ¿Qué harías tú en una situación como esta? Simplemente preguntando “qué cosas pasaron hoy en la escuela” puede ser un excelente rompehielos.

  4. Escucha 

Nuestra habilidad de comunicarnos no se mide por lo mucho que hablamos, sino por lo bien que escuchamos

Si escuchas a tu hijo, lo motivas a compartir más. Haz preguntas para asegurarte de que entiendes lo que te está intentando decir. Valida lo que te cuenta. Por ejemplo: “Veo que esto es muy importante para ti.” No te apresures a corregirlo si se equivoca en algo. Reafírmale lo que ya sabe antes de ofrecerle nueva información.

  1. Ayúdalos a convertirse en detectives de informacion

Si no sabes algo, utilízalo como una oportunidad para encontrar juntos la respuesta. Habla sobre cómo identificar fuentes confiables. Comparte recursos para que tus hijos puedan encontrar por sí mismos la información. Por ejemplo:”Si necesitas mi ayuda, estoy aquí para compartir lo que sé. Si quieres buscar por tu cuenta, puedo mostrarte un sitio web donde tienen buena información.” 

Es normal sentir que estas pláticas son desafiantes. Lo importante es saber que contamos con recursos disponibles para ayudarnos a manejarlas con éxito. Recuerda que el objetivo no es tener todas las respuestas, sino estar presente, escuchar y apoyar a tu hijo en cada etapa de su vida.